Lo más duro sin duda es echar de menos a la gente: amig@s y familia. Y en especial a mis padres. Pero también es verdad que todo el lío que conlleva la mudanza de España a Chile, las gestiones que tenemos que hacer, y sobre todo, la dedicación que requiere la pequeñaja, han impedido que tenga demasiados huecos libres para ponerme nostálgica.
Voy a arrancar este blog hablando de algo que apenas se diferencia entre Madrid y Santiago, pero que ha ocupado bastante de mi tiempo estos primeros días aquí (acá, como dicen los chilenos): el parque de columpios.
Nuestro piso (departamento) en Santiago está junto a uno de los grandes parques de la ciudad: el Parque Araucano. Tiene extensas áreas verdes, y zonas infantiles con más columpios juntos de los que antes había visto en ningún parque.
Algo que parece común a todos los parques de columpios (uno no se da cuenta hasta que no tiene niñ@s) es que los adultos ofrecemos mayor disposición a entablar conversación; imagino que por un lado para facilitar que los peques hagan amiguitos y por otro para compartir con otros adultos experiencias sobre nuestros pequeños.
Pues bien, pocos han sido los días que no hemos bajado al parque Araucano. Y ninguno en el que no hayamos conocido a nadie.
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El segundo día estuvimos conversando con Mª Carmen, la simpática y juvenil abuela argentina de Federico y Facundo, de 2 y 4 años. Mª Carmen me contó que su hija y yerno, ambos geólogos, viajan bastante por trabajo, principalmente entre Argentina y Chile. Y ella se ofreció a hacer de niñera full-time, así que se van desplazando los 5 juntos de un destino a otro.
Al día siguiente, cuando iba buscando a Mª Carmen para continuar charlando con ella, me encontré con otro grupo de madres jugando con sus peques. Dos de ellas eran chilenas y en seguida (al tiro como dicen acá) reconocí el acento español de la tercera. Se llama Victoria, y su hijo Pablo de 16 meses. Llevan viviendo en Santiago 8 meses, también por el trabajo de su marido. Victoria me contó que es dermatóloga, y que una de las cosas que más le está costando de esta experiencia es el cambio de ritmo de vida que implica dejar de trabajar: en eso me sentí identificada con ella. De hecho, para sobrellevar el "parón", asiste semanalmente a clases en la Universidad Católica de Chile. Por otro lado, una de las madres chilenas (Magda) también es doctora y le ha ofrecido alquilar una de las salas donde ella trabaja para ejerza aquí. Magda nos explicó que ella trabaja 3 días por semana, lo que le permite compaginar a la perfección su trabajo con el cuidado de su hijo Clemente, ya que su marido es también médico y se organizan de forma que uno pasa consulta los días que el otro descansa: ¡eso sí que es conciliación de la vida profesional con la familiar!
Y así, de parque en parque llegamos al fin de semana...el domingo por la tarde fuimos los 3 al Parque Arauco y la transformación respecto a los días de entre semana es brutal: abarrotado de familias ¡un ambientazo! De hecho, íbamos buscando a Victoria y no nos encontramos de tanta gente que había.
Conocimos al divertido romano Alexandro, con su bellísima hija Gulia, pocos días mayor que Gabriela. Alexandro nos estuvo contando que lleva 5 años viviendo en Santiago y que ha montado con su mujer una empresa de importación de vino italiano para los mejores restaurantes de la ciudad: todo un emprendedor. Además, casualmente acaban de comprarse un departamento en el edificio junto al nuestro.
El lunes el contraste con el día anterior era patente: el parque casi vacío, a lo que, además de ser día laboral, colaboraba claramente la bajada de temperaturas. La peque estuvo coqueteando con el niño Lorenzo, de su misma edad, que iba acompañado de sus padres y el perrito Pink.
Y en fin...os podría seguir contando día tras día toda la gente interesante y agradable que estamos conociendo: a Carla y su hijo Lucas, cariñosísimo con Gabriela aunque sea 3 años mayor que ella; a Cathy con su preciosa hija Florencia, de la edad de Gabriela. Con ella estuvimos hablando de esos temas que se vuelven tan interesantes y de moda cuando una se transforma en mamá: pediatras, vacunaciones, juguetes, peluquerías de bebés, nanas (es como aquí llaman a las niñeras)...
En conclusión, que gracias al parque Gabriela y yo disfrutamos al aire libre conociendo a gente diversa e intererante. Y nos evadimos de la distancia que nos separa de los nuestros, a los que tanto echamos de menos.
Y los chilenos están demostrándonos que son gente de lo más cordial y agadable, abierta y simpática, lo que ayuda mucho a que uno se sienta reconfortado cuando está tan lejos de casa.
Termino por hoy, dedicando este post a mis amigas de paseo por el Retiro (http://mamasamigas.wordpress.com): podéis estar tranquilas, que por mucha gente que conozcamos en el Arauco, vosotras sois inimitables!
ha sido una idea estupenda la creación de un blog. Asi podemos conocer y compartir contigo tus experiencias y vivencias en Santiago de Chile y nos permitirá ternerte (si cabe ) mas cerca todavia .Los principios nunca son faciles,pero, estoy segura, que dentro de muy poco , la situación sera distinta , con nueva gente que ampliara tus amistades de Madrid.
ResponderEliminarSoy un lectora de tus relatos . Me gusta la descripción que haces de los lugares que vas conociendo en Santiago . Es como si estuviera alla , como dirán los lugareños . Seguiré tu blog con interés . ¡¡¡¡MUCHA SUERTE!!!!
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